Vivimos inmersos
en un mundo de total maravilla y misterio. Desde que despertamos por la mañana
hasta que regresamos a nuestro lecho por la noche somos impactados por toda una
variedad de sucesos y fenómenos que escapan a nuestra comprensión.
Desde el contacto
inmediato con las personas que nos rodean, y son evidentemente palpables por
nuestros sentidos, hasta la interacción con partículas, virus y bacterias que nos
afectan y de las cuales vemos sus efectos aunque no podamos percibirlas a
simple vista.
Nuestra vida está
compuesta por la trama de relaciones con los fenómenos que nos rodean sea que
podamos explicarlos o no, sea que podamos verlos o no, sea incluso que seamos conscientes
de su existencia o no.
Todos sabemos que
al manipular un interruptor la energía eléctrica pasa y encendemos un foco
aunque no podamos a ciencia cierta explicar el fenómeno, todos sabemos que si
nos da gripe debemos tomar medicamento y reforzar nuestras defensas para matar
al virus aunque no sepamos totalmente el cómo ocurre esto, vemos crecer las
plantas, llover, encendemos nuestra PC y navegamos por Internet, enviamos y
recibimos información a miles de kilómetros de distancia y pocas veces nos
cuestionamos cómo es que esto es posible.
Realmente, si lo
meditas, te darás cuenta de que vivimos inmersos en el hermosamente pavoroso
misterio de la existencia, donde vida, experiencia y muerte se entrelazan de
manera inextricable y de cuya “danza” nadie puede escapar.
Ante tales
misterios y al darnos cuenta de nuestra pequeñez y precariedad nos queda
solamente adoptar una postura para afrontarlos. Al confrontar la vida nos damos
cuenta de que creer no es solamente el acto de satisfacer una necesidad sino un
deber.
¿Por
qué creer es un deber? Porque dejar la creencia en el plano de la
necesidad, llámesele psicológica, emocional o espiritual, es desvirtuarla y
casi mantenerla como un recurso de ayuda o tabla de salvación ante la
adversidad.
Creer no siempre
viene aparejado con la acción, la creencia suele ser sólo un artículo más en
nuestro inventario, un objeto al cual se recurre cuando es precisamente
necesario.
Ahora que estás
más familiarizado con los conceptos de la SUPERACIÓN Y DESARROLLO PERSONAL PARA ALCANZAR EL ÉXITO te habrás dado cuenta que
para que las cosas sucedan es necesario emprender la acción y comenzar a mover
los hilos invisibles del azar y la fortuna. Ahora has podido ver que el estado
actual de tu vida no es más que el resultado de tus acciones pasadas, de las decisiones
que has venido tomando y de las que quizás no sólo no fuiste consciente sino
que tampoco te has hecho responsable.
Es tiempo de comprometerse
y hacerse responsable, no basta observar, adquirir información y decir: “Es
cierto”. Es necesario pasar a la acción y convertirse en las palabras
para que tu vida se transforme de lo que es en aquello que realmente deseas con
pasión desde lo más profundo de tu alma.
Ante la multitud
de opciones que se nos presentan no basta sólo con creer ¡tenemos que creer! Creer en aquello que te
apasiona, que te motiva, creer en las cosas que te hacen feliz, que te impulsan
a Ser una mejor persona cada día, creer en aquello que te da paz interior y te
convierte en faro de guía.
Tener que creer
la da a tu creencia el carácter de una obligación y deber, creer desde esta
perspectiva es estar obligado a actuar y sostener tu palabra, ser coherente en
la acción con tu convicción.
Si estás
convencido de tu propio desarrollo y de la transcendencia de tus actos como
medio para alcanzar tus objetivos y materializar tus sueños, compromete con tus
creencias y ¡ACTUA!
Recuerda:
“Una creencia no es simplemente una idea que la mente
posee, es una idea que posee a la mente”. Robert
Bolt (1924-1995) Escritor y guionista británico.
¿En qué crees? ¡Hasta mañana!
Escrito por: Tonathiu Estrada
Lunes, 04 de marzo del 2013
Guanajuato Capital, México
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