Hacer las cosas bien es una práctica
cada vez en mayor desuso, la tendencia general es hacer las cosas por salir del
paso, en el menor tiempo posible y dejando de lado cualquier concepto de
calidad o excelencia.
Esta tendencia la podemos observar
en todos los ámbitos de nuestra vida, desde la propia imagen personal, pasando
por la escuela, el trabajo, hasta los mismos pasatiempos.
Las personas viven en un estado de
mecanicidad tal que la ley predominante es la del menor esfuerzo, las cosas se
hacen por hacerse, porque es necesario cumplirlas, porque para eso nos están pagando
o porque no nos queda de otra.
Pero entonces ¿qué pasa con el gusto y la satisfacción de
saber que lo que uno está realizando está bien hecho?
A lo largo de mi vida he tenido la
oportunidad de desempeñarme en distintas áreas laborales, tanto en la iniciativa
privada como en el sector público, y déjame decirte, querido amigo y lector, que
me he topado con similares circunstancias.
Generalizar no es posible, pues
sabemos que existen excepciones a toda regla y siempre nos encontraremos con personas
que disfrutan y aman lo que hacen y por tal motivo lo hacen con cuidado y
detalle.
Sin embargo, es evidente cómo los estándares
de calidad son cada vez más bajos, podemos observar que algunos productos son hechos cada vez con menor calidad, recibimos servicios y atención deficientes,
el trato de los servidores públicos y las áreas de atención y servicio al
cliente parecieran centros de caridad dónde uno va a pedir limosnas.
Los niveles de productividad se
desploman, existen problemas de clima laboral, las cuotas no se cubren, las
metas no se alcanzan, se ven caras largas, en fin, todo se hace a medias y eso tiene
un nombre muy conocido:
MEDIOCRIDAD
Ser mediocre es hacer las cosas a
medias, no tener la suficiente determinación y
fortaleza de voluntad para llevar a término aquello que se ha decidido
comenzar, es conformarse con lo que uno tiene y temerle a la posibilidad de
conquistar tus sueños. La mediocridad es un mal que puede apoderarse de ti en cualquier
momento y llevarte a fracasar en cualquier emprendimiento que decidas iniciar.
Las causas de la mediocridad pueden
ser muchas: Inercia, educación, cultura, apatía, depresión o hasta gusto. Este “mal
hábito” viene a sumarse a la lista de los “ENEMIGOS MORTALES DEL ÉXITO” que tan terribles son. La cuestión fundamental es
saber identificar si tú estás cayendo en esta actitud o si ya eres presa de
ella.
Ante todo es necesario que fijes un estándar para ti mismo y determines
en dónde quieres estar, hasta dónde quieres llegar y observar en que punto te
encuentras. Para poder hacer esto de invito a que visites el post “CREAR UN PLAN DE VIDA ESTRATÉGICO”,
el cual te ayudará a definir este primer punto.
Lo siguiente que debes observar es
si estás haciendo lo que debes y realizando los esfuerzos necesarios para
acercarte a esa meta que atesoras y que deseas materializar.
Posteriormente has de corregir el
rumbo si es que has errado el camino o afinar y pulir detalles si consideras
que aquello que estás haciendo es lo que ha de llevarte a ALCANZAR EL ÉXITO.
La mediocridad es una actitud, un
mal hábito y con el tiempo se fija hasta convertirse en una forma de vida. Los
mediocres no son capaces de sobresalir y superarse a sí mismo, han caído en el
conformismo y la inercia del fracaso provocada por su zona de confort.
Mantente atento, obsérvarte y no
permitas que la apatía, el desgano o la
adversidad te superen, ponte en acción, muévete, sacúdete el polvo, FIJA EL ESTÁNDAR DE TU PROPIA CALIDAD y ve
a alcanzar tu éxito.
Recuerda:
“La mediocridad es lo excelente para los mediocres”. Joseph
Joubert (1754-1824) Ensayista y moralista francés.
¿Hasta
dónde quieres llegar? ¡Saludos!
Escrito por: Tonathiu
Estrada
Viernes, 23 de agosto
del 2013
León,
Guanajuato, México
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios, saber lo que piensas es muy importante para mejorar continuamente.