El Buen Líder es poseedor de un conjunto de
características, ya sea nato o adquirido, que le brinda la capacidad de
incentivar, motivar y persuadir a las personas para alcanzar los objetivos que
se hayan propuesto de manera grupal o individual.
El Buen líder se enfoca en encauzar los esfuerzos
individuales de los miembros de su equipo hacia un objetivo común, logrando en
el proceso que cada uno de ellos se supere a sí mismo para convertirse a su vez
en líder.
Dentro de la gama de capacidades que el Buen líder ha de
poseer existe un grupo especial que le proporciona la ventaja y asegura el
éxito de su actuar como ejemplo y guía de otros; aquellas que están basadas en
el control y dominio de su carácter.
Estas 5 capacidades, identificadas por el psicólogo Howard Gardner, como
los elementos que componen la inteligencia emocional, son los elementos
esenciales que constituyen la maestría emocional del Buen Líder.
- Conocer las propias emociones. La conciencia de uno mismo, el reconocer un sentimiento mientras ocurre, es la clave de la Inteligencia Emocional. La capacidad de controlar sentimientos de un momento a otro es fundamental para la penetración psicológica y la comprensión de uno mismo. La incapacidad de advertir nuestros auténticos sentimientos nos deja a merced de los mismos. Las personas que tienen una mayor certidumbre con respecto a sus sentimientos son mejores guías de su vida y tienen una noción más segura de lo que sienten realmente con respecto a las decisiones personales.
- Manejar las emociones. Manejar los sentimientos para que sean adecuados es una capacidad que se basa en la conciencia de uno mismo. Esta es una destreza emocional básica que brinda la capacidad de serenarse, de librarse de la irritabilidad, la ansiedad y la melancolía excesivas. Las personas que carecen de esta capacidad luchan constantemente contra sentimientos de aflicción, mientras aquellas que la tienen desarrollada pueden recuperarse con mucha mayor rapidez de los reveses y trastornos de la vida.
- La propia motivación. Ordenar las propias emociones al servicio de un objetivo es esencial para presta atención, para la automotivación y el dominio, y para la creatividad. El autodominio emocional, postergar la gratificación y contener la impulsividad, sirve de base a toda clase de logros. Y ser capaz de internarse en un estado de “fluidez” permite un desempeño destacado en muchos sentidos. Las personas que tienen esta capacidad suelen ser mucho más productivas y eficaces en cualquier tarea que emprendan.
- Reconocer emociones en los demás. La empatía, otra capacidad que se basa en la autoconciencia emocional, es la habilidad fundamental de los buenos líderes. Las personas que tienen empatía están mucho más adaptadas a las sutiles señales sociales que indican lo que otros necesitan o quieren. Esto los hace mejores en profesiones como la enseñanza, las ventas y la administración.
- Manejar las relaciones. El arte de las relaciones es, en gran medida, la habilidad de manejar las relaciones de los demás. Esta es la habilidad que rodea la popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal, es decir, la competencia social. Las personas que se destacan en estas habilidades se desempeñan bien en cualquier cosa que dependa de la interacción serena con los demás; son estrellas sociales.
Como
el mismo Gardner menciona, cada una de estas capacidades representa un cuerpo
de hábito y respuesta que, con el esfuerzo adecuado, puede mejorarse.
Vemos
de este modo, y reafirmando una vez más, que el Líder nace con ciertas capacidades
que lo facultan para dirigir a las personas hacia un fin específico pero el
Buen Líder ha de realizar un esfuerzo consciente para desarrollar y adquirir todas
aquellas que necesite para superarse a sí mismo y alcanzar el éxito.
Recuerda
y repítete a ti mismo:
“Yo Soy el Maestro de mis emociones”
Escrito
por: Tonathiu Estrada
Jueves,
30 de enero del 2014
León, Guanajuato, México
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