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¡CUIDA LO QUE DICES!


Aquellos que son aficionados a lectura saben el tremendo poder que pueden tener las palabras; sentarse a leer un buen libro es como abrir un baúl lleno de veintes. Si, como dice la expresión: “ya me cayó el veinte”, un libro es capaz de contener tesoros inimaginables que nos pueden llevar a la comprensión de temas que desconocíamos, nos hace viajar a través del poder de nuestra imaginación, abre las alas de nuestra percepción y nos conduce por senderos mágicos, místicos y de toda índole que enriquecen nuestro Ser, nos hace crecer y reconstruirnos de otras maneras, más grandes, más fuertes… mejores.

A través de la palabra podemos lograr gran cantidad de cosas; podemos seducir, convencer, confortar, animar, alegrar, entusiasmar, destruir, entristecer, enojar, iluminar, liberar, comprometer, dormir o despertar.

Cuando se trata de los asuntos de las personas las palabras en verdad tienen muy poco que ver, aquello que nos muestra la esencia de una persona son sus acciones, sus frutos, lo que hace y cómo se conduce día a día, el cómo reacciona ante las circunstancias, no sólo adversas sino en la fortuna y la alegría.  Las palabras son la manifestación de lo que la persona pretende ser, es a través de la palabra que la persona vierte en el mundo exterior y manifiesto aquello que está en su interior y que es visible solo para ella misma. No es sino hasta que una persona se expresa que podemos conocer su “mundo interior”, su bagaje intelectual, su inventario.

EL PODER DE LAS PALABRAS RADICA EN SU ÍNTIMA RELACIÓN CON LAS EMOCIONES, una palabra simple y a secas no es capaz de transmitir más que conceptos, es el énfasis y la intención con que las decimos lo que les da su poder. De ahí la importancia de que poco a poco, como seres que nos estamos superando y desarrollando luchemos por alcanzar el equilibrio de nuestras 4 inteligencias, la armonía de todo nuestro Ser, para que no siga ocurriendo lo de siempre que:

PENSAMOS UNA COSA, SENTIMOS OTRA Y TERMINAMOS DICIENDO Y HACIENDO UNA MUY DISTINTA.

            Busca el equilibrio de tu Ser, todos habremos experimentado alguna vez la culpa de haber dicho algo a destiempo, al calor de la ira o el despecho, habremos sentido también la alegría de haber confortado a alguien con nuestras palabras o la ligereza que se siente después de haberse desahogado y sacado aquello que pesaba en nuestro interior.

QUIEN HAYA EXPERIMENTADO EL PODER DE DESTRUIR O CONSTRUIR CON LA PALABRA CONOCE TAMBIÉN EL VALOR DE LA SOBRIEDAD, LA MESURA, EL TEMPLE Y LA COHERENCIA.

            No te fíes de lo que las personas dicen, observa su actuar; no te fíes de lo que tú mismo afirmas, aprende a conocerte y a observar si en verdad eres coherente en tus palabras y tus actos. Aprende a descubrir aquello que eres capaz de lograr con las palabras, es por medio de ellas que puedo compartirte lo que pienso y lo que siento, lo que me gusta o disgusta, por ellas puedo llegar a ti. No seas un loro que repite lo que escucha o ve, edúcate en el manejo y control de tus emociones y obtendrás el dominio de la palabra.


QUIEN DOMINA LA PALABRA ALCANZA EL ÉXITO

       
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¡Se feliz!


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