Somos lo que vemos, escuchamos, olemos y sentimos; somos la suma de los estímulos que penetran en nuestro Ser y que transformamos con nuestra percepción para convertirlos en nuestro carácter y actitud.
Somos entes de compleja constitución y “los ojos” con que vemos el mundo son el resultado del cómo nos han “alimentado” desde el momento mismo de nuestro nacimiento, del tipo de “alimento” con el cual nos venimos nutriendo desde que tenemos uso de razón.
Mis queridos amigos y lectores, tenemos información suficiente para saber que aquello que llevamos en nuestro inventario es lo que determina el cómo hacemos cara al mundo de manera cotidiana. Las ideas que conforman nuestra red neuronal, las posturas y gestos que adoptamos cuando somos presa de alguna emoción, la actitud general con hacemos frente a los problemas del día a día, todas estas ideas en conjunto, aunadas al poder de visualizar que nos brinda la imaginación, da como resultado las PELÍCULAS MENTALES que nos proyectamos.
Déjame decirte que esto no se detiene ahí y que existe un elemento más que ya he venido mencionando: “EL DIALOGO INTERNO”. ¿Qué acaso no basta ya con todo lo que venimos cargando y nos convierte casi en autómatas a la primera distracción? Desafortunadamente NO, y como lo dije al inicio, somos entes de una complejísima constitución. Desentrañar los misterios de nuestra mente, cuerpo y espíritu es una tarea que lleva la vida misma, mas no existe tarea más grande e importante que realizar lo que somos. “Ser” o” no Ser”, dice el gran poeta William Shakespeare. “Ser” es la vida misma, es existir; “no ser” es estar condenado al olvido, incluso tu propio olvido. Mantente atento y acuérdate de ti mismo, no permitas que el mundo te absorba.
¿QUÉ ES EL DIALOGO INTERNO?
El diálogo interno no es más que la charla que vienes teniendo contigo mismo desde antes incluso de tener uso de razón. Los científicos han comprobado que el diálogo interno tiene su origen cuando un bebé aprende a hablar imitando los sonidos que escucha de los que le rodean y los que él mismo produce al intentar hablar. Esta “conversación” lleva al niño a retroalimentarse y estimularse para hablar más. A este tipo de diálogo suele llamársele “discurso egocéntrico” pues es el que niño utiliza para hablar consigo mismo, al inicio en voz alta y después de manera interna. Este diálogo contribuye a determinar las reacciones y sentimientos del niño y es esencial en la formación del autocontrol, aprendizaje, resolución de problemas y desarrollo moral.
Todos hemos visto cómo los niños pequeños emprenden un nutrido diálogo, sobre todo cuando están jugando, se hablan y se responden a sí mismos por medio de sus juguetes. Ellos recrean lo que escuchan y lo que ven a través del juego y es de esta manera como comienzan a interiorizar y reforzar los patrones emocionales y de conducta que forjarán su carácter. En cierto momento el diálogo deja de ser externo y comienza a ser interno, es en ese momento cuando se constituye como diálogo interno.
Como podrás ver, el origen de este tipo de charla tiene sus raíces tan profundamente hundidas en el desarrollo de nuestro Ser, que llega a ser imperceptible. A menos que tomes la tarea de observarte a ti mismo y vigilar el curso de tus pensamientos, el diálogo interno resulta inapreciable. Es el que sostiene, literalmente, tu mundo.
LO QUE TE DICES A TI MISMO
Ahora que tienes más información y sabes lo importante que es la calidad de tu diálogo interno, debes comenzar a cuestionarte cuál es el tipo de ideas que conforman tu inventario, cuáles tus creencias, juicios y prejuicios. Es imperativo y de suma importancia que analices y hagas un recuento exhaustivo de qué es aquello con lo que has alimentado tu mundo mental. ¡Sé sincero contigo mismo, no tengas miedo! Mira en tu interior y potencia aquello que es útil y bueno, destierra aquello que solo es un estorbo o lastre.
TÚ TIENES EL PODER DE CAMBIAR TU REALIDAD
SI CAMBIAS LO QUE TE DICES A TI MISMO
Olvida la negatividad, las ideas mediocres, los “no puedo”, “es imposible”, “voy a fallar”, “no lo merezco”, “estoy solo”, “nadie me aprecia”. Ámate, respétate, nútrete con la belleza, alegría y luz de la que está llena el mundo. Deja atrás los “prejuicios” y aléjate de los destructores de sueños. Alimenta un sano diálogo interno leyendo frases y reflexiones sobre motivación y superación. Compra un libro de citas y frases positivas, compra un audiolibro para que lo puedas escuchar cuando te sientas deprimido o necesites palabras de aliento, visita algún sitio web o Blog dónde puedas aprender a dialogar de una mejor manera contigo mismo.
DEBES CAMBIAR LA FORMA EN CÓMO TE HABLAS A TI MISMO
Recuerda:
“La persona más influenciable con la que hablaras eres tú. Ten cuidado entonces con lo que te dices a ti mismo”. Zig Ziglar.
¡Vigila tus pensamientos!
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